“¡Aleluya! Salvación, y gloria,
y honra, y poder pertenecen a nuestro Dios...”
(Apocalipsis 19.1)
Aleluya, ¡La más sublime de las expresiones de glorificación
al Todo Poderoso Dios! La mayor y la más perfecta exclamación
de alabanza ya pronunciada, proveniente directamente del Cielo,
por la revelación de Dios a su pueblo
(Apocalipsis 19.1, y los salmos).
Las bienaventuranzas del Trono de la gloria llegan hasta nosotros,
en la bendita Palabra hebraica “¡Hallelujah!”
¡Alabad a Yavé, el Eterno Yo Soy, Aquel que hace ser y se revela,
el Elohim Creador del Cielo y de la Tierra, el Dios Todo Poderoso,
El Señor que provee, Sana, santifica y habita en medio de su pueblo!
Palabra intraducible porque divina, angelical
– De “Hallel”, “hillel”, “hallel” – dar gloria, honrar, alabar, dejar brillar; y
“Yah” – abreviación de Yavé. O sea, “Halle(u)Yah”.
Adonai Elohim es nuestro Dios.
¡Aleluya! ¡Gloria y honra! En todos los idiomas,
lenguas y dialectos alrededor de la Tierra y en el Cielo.
¡Aleluya! al Dios de nuestra salvación (10.1);
¡Aleluya! al Justo Juez de su pueblo (19.3);
¡Aleluya! al que es adorado por sus mártires,
santos y ancianos delante el Trono (19.4);
¡Aleluya! por los siglos de os siglos, de eternidad a la eternidad,
en la Tierra, en los Cielos y en el cosmos –
¡En el esplendor de los mundos del Eterno Creador! (19.6)
Gloria y honra, al Rey de los reyes y Señor de Señores.
Aquel que fue, que es, y que ha de ser para siempre.
¡A Él la Gloria en la Iglesia, y en su corazón!
¡Aleluya, ¡Aleluya y ¡Aleluya!
Dios te bendiga.
Pr. Reuel Pereira Feitosa
Traducción: Pr. Armando Mayta Capiona