¡QUIERO BENDECIRTE!
CARTA A LA
IGLESIA EN PÉRGAMO
APOCALIPSIS 2.12-17
BSVD
Las palabras que digo son fieles y verdaderas, desde el principio de la creación. Conozco tus obras y la naturaleza inestable que tienes. Sé de tu tendencia a la volubilidad, a la inconstancia y a la disimulación (v.15). Es difícil confiar en ti.
La prosperidad que te cerca, las riquezas, la ostentación, el orgullo y la arrogancia de tu
corazón sólo te causan males. Perdiste la perspectiva de la vida, te desviaste de mis propósitos y seguiste tus tendencias.
Tú estás cosechando los resultados de tus opciones. Ellas no tienen contenido y
ni estructura confiable.
¡Tú te metiste en una ilusión, producto natural de tu estilo de vivir. Por eso, eres muy infeliz! Tú crees que puedes hacer todo solito; que los bienes que te cercan te bastan y que
no precisas de nadie más. Y piensas que podrás continuar así indefinidamente.
Te aconsejo a cambiar de vida, mientras estoy a la puerta (v.20). En pie, en frente, y
continúo batiendo… Veo cuán miserable, pobre, ciego y desnudo eres. Intentas esconder,
pero es imposible… precisas comprar de mi oro refinado en fuego. Oro genuino.
(v.18).
Tengo vestiduras santas para ti, lavadas en la Sangre del Cordero. Más que esconder
Tu cuerpo desnudo, ellas encubrirán sus iniquidades, proporcionando conforto y alegría. Tengo el santo óleo para ungir sus ojos; curar su ceguera y revelar el nuevo mundo del Espíritu
(v.18).
Yo reprendo y disciplino a quien amo (v.19).
Ten cuidado, dedicación y celo con mi Obra. Todo lo que es para mí, hágalo
con amor. Tú precisas ser siervo. Mi siervo. Sólo entonces fluirán mis bendiciones completamente en tu vida.
Arrepiéntase. Arrepiéntase cuando erra. Jamás huya, ni lance sobre los otros la
culpa. Nunca acuse a su Hermano para defenderse y justificar SUS propios errores. Sea leal.
Verdaderos siervo dignifican a su Señor. Nunca lo desprecian, ni lo avergüenzan
por ningún motivo. Al contrario, ellos siempre lo exaltan. ¿Te acuerdas de la Sunamita? En medio del dolor de la pérdida de su único hijo, ella decía llena de Fe y esperanza: “Todo me va muy bien” (II Reyes 4.26). Quiero entrar en su vida para siempre. Quiero por entero su corazón. Deseo entrar en su casa, sentarme a la mesa, cenar contigo y su familia (v.20).
Enviaré el Fuego Purificador de mi Espíritu; soplaré la brisa de lo Alto, la Lluvia Temprana
que refrigera el alma. Quiero guardarlo, tenerlo conmigo para siempre.
No soporto la tibieza y ni el agua tibia. Esa agua provoca malestar, náuseas y
actitudes abominables (v.16). Abandone la indecisión, defínase, y vuelva para mí.
Estoy a la puerta. Arrepiéntase ahora. Como yo vencí, tú vencerás; y te sentarás conmigo en el Trono de Mi padre. (v. 21).
¡Dios te bendiga!
Pr. Reuel Pereira Feitosa
Traducción: Est. Armando Mayta Capiona